El origen de este dicho procede del argot carcelario.
Se utilizaba cuando los reclusos estaban conversando sobre algún tema prohibido o delicado que no era recomendable que llegara a oídos de los guardas.
Quien veía acercarse alguno de los vigilantes decía “hay ropa tendida”, y de esta manera daba a entender que era el momento de cambiar de tema.
Cotidianamente se aplica cuando hay niños o inocentes que pueden escandalizarse, o cuando hay personas que no conviene que oigan lo que se habla.
Antonia Mesa.
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